April 10, 2024

Hackear una fuente, paso a paso

La primera fuente abierta de la Ciudad de México



Todas las tardes, al terminar mi jornada laboral, camino del Laboratorio a la estación del Metro Pino Suárez. En el trayecto paso por la Plaza Tlaxcoaque –ubicada a un costado del Laboratorio– la cual tiene una fuente seca en la parte frontal. Durante los días calurosos es común encontrar a niños y jóvenes refrescándose con el agua, observando el espectáculo hidráulico.

En el equipo de Innovación Tecnológica del Laboratorio exploramos las aplicaciones de la tecnología en la vinculación de los habitantes con la ciudad. Al observar los chorros de la fuente me di cuenta de que tienen un movimiento programado que se repite cada cierto tiempo. Ver a los niños jugar en este espacio me llevó a pensar: ¿Qué pasaría si tuvieran la facultad de controlar los chorros de agua a su voluntad?

Me surgió la idea de intervenir la fuente, de hackearla y convertirla en la primera fuente abierta de la ciudad. En el Laboratorio nos encontrábamos preparando HacedoresCDMX, la primera feria maker de la Ciudad de México. El espacio que designamos para recibir a los invitados, hacedores y visitantes fue precisamente Plaza Tlaxcoaque, por lo que la feria resultó una ocasión ideal para experimentar con la infraestructura urbana.

La Plaza Tlaxcoaque fue renovada gracias a un proyecto de recuperación que concluyó en 2012. Ecofénix –una empresa dedicada al diseño y fabricación de fuentes– ganó la licitación para construir, operar y darle mantenimiento a la fuente. Por parte del gobierno de la ciudad, la Autoridad del Espacio Público es la entidad que está a cargo.

Con la finalidad de tener acceso a la “inteligencia” de la fuente y conocer su funcionamiento, gestionamos permisos con la Autoridad del Espacio Público y firmamos un convenio con Ecofénix. Después de completar los trámites pudimos entrar al cuarto de máquinas (solo cuatro días antes de HacedoresCDMX).

Con ayuda de Hugo Vigueras, Roberto Fuchs y Luis Mateos –hackers cívicos– trabajamos durante 48 horas para construir un sistema que permitiera controlar la fuente por medio de una aplicación móvil.

Llegó el día de HacedoresCDMX. Con smartphone en mano, nos acercamos a los niños y les hicimos una pregunta: ¿Quieres controlar la fuente? Algunos no creían que era posible manipularla utilizando una aplicación móvil, pero luego se divertían mojándose unos a otros, querían saber más acerca de cómo se comunicaba la aplicación con la fuente.

El sistema que desarrollamos funciona de la siguiente manera:

1. La aplicación móvil tiene unos controles deslizantes (similares al control de volumen de un reproductor de música) que los usuarios pueden usar para encender las bombas de la fuente y controlar la altura de los chorros.

2. Esta aplicación se comunica con un servidor “middleware”, es decir, un software que ayuda a traducir las órdenes que ingresan los usuarios en comandos que la fuente puede entender.

3. La fuente interpreta los comandos del servidor middleware –y en consecuencia– las bombas lanzan el agua de acuerdo a las instrucciones dadas por los usuarios desde la aplicación.

Después de la experiencia de HacedoresCDMX me pregunto qué posibilidades existen para hacer de esta intervención algo permanente, que la gente pueda llegar a Plaza Tlaxcoaque e interactuar con su fuente a través de una interfaz abierta y mucho más completa. En el área de Innovación Tecnológica del Laboratorio trabajaremos en nuevas formas para fortalecer la sinergia entre los ciudadanos y la infraestructura urbana.


Este post se recuperó del blog del Laboratorio para la Ciudad
Fue escrito en colaboración con Daniel Badillo, coordinador del área de Narrativas.